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Fernando Ortega | Me gustan los trenes. Sé que no es una aseveración muy original, y que se la han podido escuchar o leer a muchas personas y personajes. El tren es un medio de transporte cómodo, ecológico, tiene un encanto especial, debido quizás a su amplio protagonismo en la literatura y en el cine y, sobre todo, está libre de la tiranía que marca la carretera, con sus atascos, obras, accidentes y sobresaltos de todo tipo.

Recuerdo que en mi época de estudiante en Sevilla, envidiaba a un compañero de piso de Lora del Río, porque él tenía la posibilidad de desplazarse a la capital disfrutando del servicio de cercanías de RENFE, algo que por aquí era absolutamente desconocido. También conocí a un amigo residente en Utrera, que trabaja en la zona de Viapol, y que llega cada día tranquilamente a su trabajo en tren, sin atascos, en un desplazamiento que dura siempre lo mismo y que él aprovecha para darse el gusto de leer un buen libro.
En mis viajes por otras capitales de España (Málaga, Valencia, Bilbao y no digamos Madrid o Barcelona) siempre tenía la sensación de que Sevilla, comparada con estas otras urbes, sufría un enorme retraso en materia ferroviaria. De hecho, nuestra provincia solo ha tenido tradicionalmente dos líneas de cercanías: la norte (hasta Lora del Río, a unos 50 Km. de Sevilla) y la sur (hasta Lebrija, a una distancia similar). Todo lo demás, a conformarse con la carretera, por donde desplazarse con el vehículo propio o con unos autobuses lentos, caros y con una frecuencia de paso poco propicia.

Especialmente desatendida estaba la zona oeste de la provincia, ya que la A49 terminó hasta con los trenes que tradicionalmente cubrían la línea Sevilla-Huelva, que sin ser un servicio propiamente de cercanías, al menos cubría algunas necesidades de las poblaciones por donde pasaba.
Hace ya muchos años se empezó a escuchar una expresión que abría unas ilusionantes expectativas: “el cercanías del Aljarafe”. Imaginaba que pronto nuestra comarca disfrutaría de la posibilidad de desplazamiento a la capital, como la tienen los habitantes de Brenes o Dos Hermanas.
Pero esas expectativas se vinieron abajo en cuanto se conoció el trazado: en lugar de construir nuevas vías, se aprovechaban las ya existentes de la línea Huelva-Sevilla, que rodea el Aljarafe por el norte, precisamente la zona menos poblada de esta comarca. El golpe definitivo nos lo llevamos cuando, además, supimos que la nueva línea tendría su punto de salida en Benacazón, por lo que nuestro pueblo (junto con otros como Aznalcázar, Huévar, Carrión y Castilleja del Campo) quedaba fuera de esta infraestructura.
De esta forma, para ir en el cercanías hasta Sevilla (además, a Santa Justa, que no es, que digamos una zona muy céntrica) hay que coger el coche, desplazarse hasta Benacazón, aparcar allí y tomar un tren que tarda casi una hora en llegar a la capital. ¿Alguien le ve la ventaja?


Siempre soñé con una línea de cercanías que, desde Sevilla, pasara por la zona centro del Aljarafe (Castilleja, Gines, Bormujos, Bollullos de la Mitación), llegara hasta nuestro pueblo y continuara hasta Almonte, El Rocío y Matalascañas. ¿Se imaginan cuántos coches quitaría de en medio en verano un tren que uniese de forma cómoda y rápida Sevilla con el Rocío y la playa? ¿Y la posibilidad de llegar a Sevilla sin tener que pasar por la tortura de la entrada siempre atascada de la A49?

Desgraciadamente, sé que es solo un sueño, y que difícilmente se va a cumplir nunca. En la campaña electoral, nuestro actual alcalde prometió que el C-5 llegará hasta la estación Aznalcázar-Pilas (que ni está en Aznalcázar ni está en Pilas, por cierto), con un carril bici incluido entre la estación y el pueblo. Esperamos que cumpla su palabra y, por lo menos, tengamos esa opción, aunque no sea la que siempre soñé.

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