Compartir:
Espacio patrocinado


Manuel García | Desde que tengo uso de razón, la idea del mundo sin fronteras tanto físicas como económicas me sedujo. Era de los que pensaba en lo global. La nueva era de internet nos quitó las fronteras virtuales entre pueblos y la construcción de Europa nos quitó las físicas en un proyecto maravillosamente vendido por sus promotores del “todos para uno y uno para todos”. Europa iba a ser “la leche”: estado del bien estar, calidad de vida y posibilidades de prosperar prácticamente ilimitadas. Pertenecer al proyecto Europa era la panacea y parece que la única contrapartida exigible a todo este tipo de oportunidades era la de crecer.

La construcción de este club, hecha a espaldas de los ciudadanos fue bien mientras que los países ricos ponían dinero en los países pobres y sus empresas se instalaban en esos países antes pobres y explotaban un mercado virgen.

El lema era bien sencillo: “economía del libre mercado”. Liberalización de todo lo liberable y ausencia de control por parte del estado de todo tipo de actividad económica. ¿Te suena de algo la liberalización del suelo y la burbuja inmobiliaria? En fin, en pocas palabras: le dimos las llaves del gallinero a la zorra vestida de traje y corbata.

Hoy por hoy, después de muchos errores de cálculo por parte de nuestros gobernantes (ya les vale), estamos en una callejón sin salida ya que, si seguimos en este “selecto club” que es Europa, malo, y si nos vamos, peor.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

Hay un principio capitalista que dice que el dinero ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos. No saber esto fue uno de los errores de los ciudadanos a la hora de endeudarnos hasta las cejas. Creíamos que el dinero lo creaban los bancos al darle al botón e ingresar el importe del préstamo en las cuentas corrientes.

Pues bien, siguiendo ese principio capitalista del flujo de dinero, por cierto, siempre en el mismo sentido, en el del capital, hay que reseñar que en España, estamos sufriendo una sangría de capital. La salida de dinero de nuestro país es constante y uno de los factores que lo provocan es que compramos más cosas extranjeras de las que somos capaces de vender. Entre otras cosas porque el dólar está más barato que el Euro y además porque tenemos hábitos de consumo que favorecen esta situación.

De manera simple podemos concluir: comprar cosas de fuera perjudica seriamente nuestra economía.

Entonces, ¿qué podemos hacer los ciudadanos?

Hacer que el dinero quede en España. ¿Cómo? Comprando productos españoles o servicios a empresas españolas. Parte del precio que pagamos, se convierte en impuestos que estas empresas pagan al estado, es decir, a la sanidad, a la educación o a las carreteras.

Además, comprar productos españoles favorece la creación de empleo en España. Las empresas españolas, tienen sus sedes en España, por lo que aumentar la demanda de productos y servicios “made in Spain”, hace que aumenten las necesidades de personal de estas empresas, además de los puestos de trabajo indirectos que se crean.

¿Cómo identificar un producto hecho en España?

Es muy fácil, simplemente mirando el código de barras. Todos los productos españoles empiezan por el número 84.

En cuanto a las empresas que nos prestan servicio, fíjate en el domicilio social. En ese domicilio es donde tienen su sede y por lo tanto, donde tributan los impuestos.

Bajando la pirámide, a igualdad de condiciones, apuesta por las empresas locales. Son las que verdaderamente crean empleo donde vives y las que peor lo están pasando con esta situación.

Ahora ya lo sabes. Para ayudarnos entre todos antes de meter algo en la cesta de la compra o antes de comprar una prenda de vestir fíjate en el número 84. Además, si quieres ayudar a tu pueblo, compra en Pilas. Es bueno para ti, es bueno para todos.

Ver todos los Artículos de Opinión (AQUÍ)


 
Top