Rocío Gómez | Me declaro “pez” en economía y finanzas. Me suena a chino
mandarín la crónica de la redactora del telediario cuando hace un directo desde
la Bolsa de
Madrid para noticiar los últimos quebrantos financieros, nunca he puesto un ojo
en los suplementos dominicales de economía, ni leído, de principio a fin, la
letra pequeña de un contrato bancario o de índole similar. Es más, cuando hago
el esfuerzo de prestar un poco de atención a alguna información económica,
especialmente ahora que la economía siempre es noticia de apertura, me llegan
mensajes enrevesados que, sinceramente, no entiendo.
Y no digo yo que de esto tengan la culpa los comunicadores
económicos o la obtusa jerga especializada, más bien es que “soy de Letras
puras”, vamos, que me cuesta mucho y tampoco pongo mucho de mi parte para
entender este galimatías de palabrejas y porcentajes. O dicho en otras
palabras, que padezco una más que preocupante incultura financiera que
seguramente no me ha provocado ningún susto por mi natural prudente y poco
especulativo y porque, no nos engañemos, no me voy a poner rica trabajando como
periodista especializada en desarrollo rural.
Pese a todo, la rabiosa actualidad de la cosa económica y
la invitación a una ponencia sobre Asesoramiento Financiero lanzada en Facebook
por la Delegación
de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Pilas, me llevó hace unos días a
la Casa de la
cultura. Dispuesta a comenzar a poner remedio a ese analfabetismo financiero,
quería llegar a medio entender los motivos que han llevado a nuestro país al
actual desastre económico y empezar a familiarizarme con algunas de las claves
que los expertos dicen pueden ser útiles para mejorar la gestión doméstica de
las cuentas.
Lo primero me quedó claro en los primeros minutos de la conferencia, llegamos hasta aquí porque los bancos compraron dinero barato y lo vendieron a precio de oro, en forma de hipotecas y préstamos personales, entre otros géneros (rentas fijas, preferentes y demás productos confusos). Sobre lo segundo, los ponentes Manuel Lago y Ángela Muñoz me convencieron de algo sobre lo que hasta ahora no había pensado, la importancia de tomar las riendas de tu propia economía, planificando tus finanzas, con tiempo y con cabeza.
Planificación y prudencia en el gasto, precisamente lo que
nos faltó en los tiempos de bonanzas, en los que “vivimos por encima de
nuestras posibilidades”, recordaba durante la presentación del acto la
concejala de Participación Ciudadana, Marisol Suárez; haciendo caso omiso además
de la regla de oro de la seguridad financiera, “gastar siempre menos de lo que
ingresamos”, y si es posible, incluso “estableciendo un plan de ahorro con
miras al futuro”, aconsejaron los conferenciantes.
Los jóvenes consultores también introdujeron la figura de
un profesional que puede poner “cabeza”, excelencia y experiencia a esa
planificación tan recomendable. Hablaron del asesor financiero, un profesional
de largo recorrido en muchos países de Europa, aún bastante desconocido en el nuestro,
que asesora de forma individual, incluso a domicilio, teniendo en cuenta la
edad, el patrimonio o la situación profesional y familiar del cliente,
desde la confianza, la independencia y la objetividad. Con esas premisas, y en
función de las condiciones de cada ahorrador y sus objetivos (no perder nivel
adquisitivo, invertir, ahorrar, etc.), el asesor plantea una hoja de ruta, una
planificación ordenada y con el menor riesgo posible.
¿Estamos ante un nuevo modelo de atención al cliente de
banca? Parece que sí, según explicaron estos especialistas en el salón de actos
de la Casa de la
cultura pileña. Al calor de la crisis, está surgiendo con fuerza un nuevo
modelo de servicios financieros, centrado en una relación de plena confianza
con el cliente, de sosegada mesa camilla frente a la premura del despacho del
director y las colas en la oficina bancaria. El asesor financiero es el nuevo
“coaching” de las finanzas familiar o empresarial, un profesional que ya
ofrecen a sus clientes de forma gratuita algunas entidades bancarias; un
experto en banca que puede ayudarnos a planificar nuestra economía a medio y
largo plazo, predicando el ahorro y la contención de gastos, invirtiendo
nuestro dinero como si fuera el suyo, traduciendo la siempre complicada letra
pequeña….