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Manuel García | No hace mucho hablaba con un amigo acerca de las injusticias del IVA y de los recortes que parecen aplicados con saña al corazón del estado de bienestar. Casi sin querelo llegábamos a una conclusión muy obvia, pero que parece que nadie tiene en cuenta: para recaudar más, el estado no tiene que subir los impuestos, lo que tiene que hacer es cobrarlos.


Manuel García | No hace mucho hablaba con un amigo acerca de las injusticias del IVA y de los recortes que parecen aplicados con saña al corazón del estado de bienestar. Casi sin querelo llegábamos a una conclusión muy obvia, pero que parece que nadie tiene en cuenta: para recaudar más, el estado no tiene que subir los impuestos, lo que tiene que hacer es cobrarlos.

En esto del fraude fiscal, el que esté libre, que tire la primera piedra: los ciudadanos que preferimos pagar sin IVA a lo contrario, los empresarios que se traspasan facturas como cromos y de las instituciones, mejor no hablar. Al final, se estima que en España se evaden al año 81.000 millones de Euros. Hablamos de una cantidad de dinero suficiente como para cubrir casi el presupuesto anual de la sanidad.

Cuando se evaden impuestos se debilita el estado y los servicios que nos presta éste son de peor calidad. Tendremos peores hospitales, peores colegios, peores carreteras o peores servicios municipales. El fraude fiscal hace más daño a nuestro país que la prima de riesgo.

Sin embargo, los que más impuestos evaden en España, son los grandes capitales. Hablamos de que las tres cuartas partes del fraude fiscal en España, lo realizan las grandes empresas. La manera de hacerlo, mediante la trampa legal de los SICAV’s o sociedades de inversión de capital variable. Es también común hacerlo a través del reparto de dividendos o mediante filiales en paraísos fiscales o países fiscalidad baja.

Al margen de cobrar sin IVA, suele ser común la adquisición de bienes de uso personal pagados a nombre de la empresa o el intercambio de servicios empresariales.

Como podemos ver, todo un abanico de triquiñuelas para pagar menos o casi nada, en demasiados casos.

Sin embargo, el gobierno, en lugar de luchar activamente contra el fraude fiscal y por ende, hacer que paguen los que más defraudan, es decir, los que más tienen, está más centrado en recortar “gastos” como sanidad, educación o dependencia.

Sería mejor para el conjunto de los ciudadanos aumentar los ingresos, cobrando lo que se está dejando de cobrar y recortar en otros gastos, como puede ser el número de políticos, altos cargos de confianza, coches oficiales o número de administraciones con funciones duplicadas. Se ve que estos gastos son más necesarios y prioritarios para el país que los primeros.

La lucha contra el fraude fiscal es una tarea de todos, es una forma de aumentar los ingresos sin necesidad de aumentar los impuestos. Ciudadanos, empresas y sobre todo, la clase política a todos los niveles, debemos poner las medidas necesarias para erradicar esta lacra, que al final, termina afectándonos a todos.

                                     
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