Victor M. Mudarra | Comienza un nuevo año y seguimos escuchando lo mismo por doquier, “estamos en crisis”; sin duda es una realidad que vuelve a marcar el inicio de otro año, pero me aventuro a afirmar y disculpen mi osadía, que no solo estamos sufriendo una crisis económica, sino que sufrimos una crisis tradicional.
Estamos celebrando los últimos coletazos de nuestra Navidad y en ella misma podemos contemplar lo que os decía anteriormente, los nuevos iconos de la fiesta, entre los que destaca Santa Claus o Papá Noel (como gusten llamarlo), entre otros, que se imponen cada vez más a las rancias tradiciones cristianas.
 |
Fotografía de Juan Valladares Bernal |
Quisiera recordar que ya en 1223, San Francisco de Asís comenzó el culto al Niño Jesús y con él, la tradición de instalar un Nacimiento. Afortunadamente son aún muchas familias las que siguen montando en sus casas el Nacimiento, costumbre que en mi propio hogar siempre se ha mantenido y que tiene lugar durante la festividad de la Inmaculada.
Hoy día, las nuevas generaciones esperan la llegada de la Nochebuena, no por el Nacimiento de Jesucristo, sino porque atienden más al regalo que pueda dejar por casa Papá Noel.
Pero señores, ¿qué está ocurriendo?
Sucede lo mismo con la festividad de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, atrás va quedando en las nuevas generaciones las tradiciones que siempre se han transmitido de generación en generación en nuestras familias y empiezan a invadir nuestra sociedad las modas americanas como el caso de Halloween en dichas fechas.
Muy a mi pesar pienso que los principales culpables podemos ser los propios mayores, quienes tal vez, consideremos más vistosa para nuestros hijos cualquier otra tradición foránea secularizadora, de modo que las propias tradiciones cristianas cada vez tienen menos influencia sobre nuestra sociedad.
¿Un árbol de Navidad americano? ¿Muñecos de nieve cuando aquí ni siquiera la hay? ¿Papá Noel en cualquier balcón de nuestro pueblo o adornando cualquier rincón de nuestro hogar? … que no señores, que no, que hay que empezar a dejar de lado cualquier paganismo, que disfrazado de luz y color, intenta descristianizar nuestras fiestas y hacen perder el verdadero sentido de la Navidad, que no es otro que el Nacimiento del Niño Dios.
Ahora en estos días donde las Cabalgatas de Reyes Magos se adueñan de nuestras calles, ¿qué se le explica a un niño que sólo ve el sentido del juguete que ya le trajo Papá Noel días antes, cuando llegan los Reyes Magos a adorar al Niño Dios y que se materializa en algún presente para los más pequeños y no tan pequeños en nuestras familias?
La ilusión por los Reyes puede que empiece a palparse cada vez menos y con total seguridad, la mayoría de nuestros niños puede empezar a no ser conscientes del verdadero sentido de la visita de Sus Majestades.
Les invito de cara al próximo año a remediar esta falta de tradición y que instalemos con nuestros más pequeños el Nacimiento de Jesús en vuestros hogares, que los Papá Noel y los árboles de Navidad no sean los principales protagonistas de la fiesta, que proclamemos en los balcones que Dios nace en nuestros hogares con colgaduras que así lo atestigüen y sobre todo, que demos a los tres Reyes Magos el puesto que merecen y como ellos, abarrotemos cada noche del 5 de enero la Casa de nuestra Madre, la Santísima Virgen de Belén, que con total majestad y empaque, nos muestra a su Divino Infante en sus brazos y, junto a Melchor, Gaspar y Baltasar, hagamos nuestras ofrendas y propósitos cristianos para el nuevo año, bajo la bendición del Divino Infante y su bendita Madre, María de Belén.
Por ello solo me queda desearles, aparte de felicidad y mis mejores deseos para el nuevo año, que disfruten de la mágica noche de Reyes, que recuperen las ilusiones cual si fueran niños y sigan transmitiendo a sus hijos que Jesús es el verdadero sentido del cristiano y ha nacido para volver a morir un año más por nosotros.
Ver todos los Artículos de Opinión (AQUÍ)